"A las pocas horas de que sus padres celebraron su matrimonio o a los pocos meses de haber nacido o cuando estudió y colaboró con Chaminé, o cuando estuvo como asistente de Krause y cantando en el São Carlos de Lisboa, todo hace un rato, Portugal ha permitido y ha hecho mucho, para que en su casa, con certeza, fuéramos felices los que como Halffter y otros ríos les llegábamos desde el país vecino para el mar, la dulzura o las entrañables saudades (saudade: «bem que se padece e mal de que se gosta», obrigado, De Melo)...
Que la tradición por el norte haga cantar fado más veces a los varones, tal kadish que pide un minián de diez varones, no va a impidir que vuele, se le disfrute y la gente se identifique con esa preciosa voz femenina allí por Coimbra, Gaia, Braga, Buçaco, Porto, toda la Macaronesia, Cape Code, Brasil, India, África, París, Suiza, Londres ... casi tanto como en cocinas y salones de Chiado, Alfama, Alta, Baja, Mouraria o una quinta por Cintra
¿Puede una palabra de esa canción metabolizarse y darte todo un domingo, mañana y tarde, de bienestar? ¡A mi me maravilla por cómo la canta Laia, por significado y encantamiento: cantarolando! ¡Ojalá le funcione!" (P.F.)
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