STVDIVM. Revista de Humanidades, 21 (2015) ISSN: 1137-8417, pp. 327-331
STVDIVM 21 (2015)
Stvdivm. Revista de Humanidades
Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza
Universidad de Zaragoza. ISSN: 1137-8417
RESEÑAS / REVIEWS
Dr. Alfonso COLORADO
Universitat Pompeu Fabra, Barcelona
UNA NUEVA ENTONACIÓN: LA HISTORIA
DE LA ÓPERA EN CASTELLANO
A Different Intonation: The History of Opera
in the Spanish Language
Historia de la ópera, de Gabriel Menéndez Torrellas. Madrid, Akal, 2013.
Col. Música. 512 páginas; y
La ópera, voz, emoción y personaje, de Laia Falcón, Madrid, Alianza Música, 2014. Col. Bilbioteca Básica. 336 páginas.
Hasta hace unos años las historias de la ópera en castellano eran básicamente una consabida lista de compositores y obras, un mero recuento erudito.
Las más de las veces se trataba de la adaptación de obras señeras en otras lenguas, a las que se añadía un apéndice sobre la música en España y, a veces, en Hispanoamérica. De manera paralela a la emergente integración del repertorio español en el circuito internacional de la ópera (como la puesta en escena de La verbena de la paloma de Tomás Breton/Ricardo de la Vega en el Hebbel Theater de Berlin en 2002, distribuida en DVD por DECCA) ahora se escriben historias de la ópera desde una perspectiva nueva.
De autores entendidos e independientes, ya no son una imitación o una refundición de sus congéneres extranjeras; este panorama parece haber quedado definitivamente atrás.
La Historia de la ópera del académico español Gabriel Menéndez Torrellas no es sólo una historia propiamente dicha sino un ensayo de historia cultural en sentido amplio, una historia política y social de Europa así como una historia del arte y del pensamiento, todo, a través de la
ópera.
Los capítulos del libro se centran en diversas épocas y lugares que han constituido un hito en la historia de la ópera. Si bien hay un recuento de características formales de los diversos subgéneros, estilos y escuelas, también hay un amplio espacio para cuestiones sociales y políticas. Por ello se cuenta con detalle el progresivo control teatral y operístico impuesto en
Francia durante la Revolución y hasta el cénit del Imperio napoleónico.
Este libro evita las manidas listas de compositores y obras y en vez de ello elabora breves y sustanciosas monografías de varias óperas, que funcionan como una auténtica introducción a estas óperas y como una guía de su audición.
Esta Historia de la ópera debería llamarse en realidad «nueva historia de la ópera» porque incorpora los resultados de investigaciones en las últimas décadas que modifican los lugares comunes que numerosos manuales repiten. El autor deja claro desde el inicio que son insostenibles: […] los prejuicios y proyecciones del siglo XX: aseveraciones de la índole «Gluck revolucionó la ópera» (cuando en el siglo XVIII no existe «la ópera» como tal, sino como una multiplicidad de géneros y estilos con planteamientos y propósitos enteramente diferentes, y como si entonces fuese siquiera concebible que un único compositor pudiese tener un impacto a escala semejante)... [que] «Rossini, Bellini y Donizetti suponen el apogeo del bel canto» (como si no existiesen diferencias esenciales en el estilo vocal de cada uno de ellos como para subsimirlos bajo un mismo concepto, que por lo demás casi nunca se define de manera concreta)… […] o que Wagner invento la «obra de arte total», la unión de todas las artes (una idea en sí tan trivial que resulta casi irrisorio atribuírsela a un pensador como Wagner, que dedicó muchas más páginas a reflexionar sobre la ópera que a sus propias composiciones, y que no explica en absoluto en qué sentido es Das Rheingold una «obra de arte total» y no lo es ya cualquier ópera de Lully del siglo XVII) (p. 10)
Estas precisiones pueden hacerse extensivas incluso a manuales prestigiados, algunos escritos en otras lenguas. En vez de su repetición mecánica el autor se involucra en la polémica que la escritura de toda historia implica, formula juicios, argumenta, toma postura. Esta historia de la ópera, que abarca desde el nacimiento del género hace cuatro siglos hasta el año 2000, está escrita desde la perspectiva del siglo XXI, donde hay unaserie de supuestos imprescindibles en la consideración del género. Véase un ejemplo.
Uno de los aspectos donde más se nota el cambio es que las historias de la ópera privilegiaban el arco que va del clasicismo dieciochesco a la primera mitad del siglo XX. Lo que quedaba fuera de éste —la ópera renacentista y barroca, la ópera contemporánea— eran capítulos breves, pinceladas,
mientras que el bel canto o la ópera verdiana y wagneriana eran considerados medulares. Menéndez Torrellas desarrolla con similar amplitud y profundidad los diversos estadios históricos de la ópera, ya no hay un período, lugar o compositor que detente el centro absoluto. La ópera es un vasto océano histórico con obras imprescindibles en cada uno de los mares que lo componen, una hidra de cien cabezas; su tronco, una fuerza incesante cuya historia es mucho más que unas pocas obras señeras. En otras palabras, este libro no es una historia de «la» ópera sino una visión de la ópera desde una perspectiva historiográfica estricta: crítica y múltiple. Por ello, sistemáticamente el libro resalta cómo veían los contemporáneos las obras y no solamente como se ven ahora. Nuestro gusto es uno más entre muchos, y cambiará.
A pesar de su diversidad y erudición bien disimulada (el autor, doctor en estética y filosofía, formado en Alemania, es un ensayista y traductor), este libro tiene un centro: la experiencia personal de un escuchante apasionado de la ópera que, continuamente, la conecta con diversos aspectos
de la realidad. Es decir, el libro es también el testimonio de una dilatada y meditada convivencia con el género. Lo único de lamentar en esta publicación es el menudo tamaño que la letra, que a veces hace cansada la lectura.
Por su parte, La ópera, voz, emoción y personaje de Laia Falcón se distingue, en primer lugar, por su carácter narrativo: es una especie de largo cuento, o de novela breve, sobre ese género teatral y musical. En vez de seguir un camino en el que se repase de manera sistemática los períodos o las obras, la autora recurre a material diverso (lo mismo chispeantes anécdotas que digresiones artísticas o que una interesante reflexión) con el fin de mantener el interés del lector. La autora es una especie de Sherezade que imbrica numerosos relatos en uno solo. Por ello no es de extrañar que este libro sea asimismo un ejercicio de escritura con intenciones literarias y ensayísticas, lo que a veces recarga la redacción, alguna vez hiperbólica, pero siempre expresiva y clara.La dispersión (o variedad) del libro ayuda a que el lector tenga una idea de la amplia relación de la ópera con la historia del arte, pero sobre todo, con la vida misma, con los dilemas personales, las alegrías y angustias cotidianasde cualquier persona. Esta obra se plantea como objetivo, y lo cumple, mostrar el antiguo género de la ópera como algo vivo y actual. Y demuestra que el pasado no es algo lejano y ajeno sino que comparte mucho con el presente. Esta preocupación por crear esa cercanía con la ópera, por mostrar su trasfondo como algo familiar, permea otros aspectos del libro. Cuando trata cuestiones formales o técnicas, la autora evita dejar todo a cargo de los términos especializados y explica hábilmente y de manera sencilla el tema. Así, cuando aborda óperas alejadas del gusto más común del gran público, como el Wozzeck (1925) de Alban Berg, señala:
Por su parte, La ópera, voz, emoción y personaje de Laia Falcón se distingue, en primer lugar, por su carácter narrativo: es una especie de largo cuento, o de novela breve, sobre ese género teatral y musical. En vez de seguir un camino en el que se repase de manera sistemática los períodos o las obras, la autora recurre a material diverso (lo mismo chispeantes anécdotas que digresiones artísticas o que una interesante reflexión) con el fin de mantener el interés del lector. La autora es una especie de Sherezade que imbrica numerosos relatos en uno solo. Por ello no es de extrañar que este libro sea asimismo un ejercicio de escritura con intenciones literarias y ensayísticas, lo que a veces recarga la redacción, alguna vez hiperbólica, pero siempre expresiva y clara.La dispersión (o variedad) del libro ayuda a que el lector tenga una idea de la amplia relación de la ópera con la historia del arte, pero sobre todo, con la vida misma, con los dilemas personales, las alegrías y angustias cotidianasde cualquier persona. Esta obra se plantea como objetivo, y lo cumple, mostrar el antiguo género de la ópera como algo vivo y actual. Y demuestra que el pasado no es algo lejano y ajeno sino que comparte mucho con el presente. Esta preocupación por crear esa cercanía con la ópera, por mostrar su trasfondo como algo familiar, permea otros aspectos del libro. Cuando trata cuestiones formales o técnicas, la autora evita dejar todo a cargo de los términos especializados y explica hábilmente y de manera sencilla el tema. Así, cuando aborda óperas alejadas del gusto más común del gran público, como el Wozzeck (1925) de Alban Berg, señala:
"Al trenzar estos dos mundos expresivos —la libertad atonal y la herenciapostromántica— Berg encontró un nuevo código con el que mostrar la raracotidianeidad que había visto germinar durante la guerra […] para retratar elabuso, la mezquindad y la locura, Berg buscó la complicidad de lo atonal y unared de líneas vocales abruptas y extremas: punzantes combinaciones de notascon las que trazó hoscas caricaturas del grito, del escupitajo, de la desesperación.Por contraste, los fugaces pero esenciales momentos de ternura y calidezfueron tejidos con un terciopelo tonal casi romántico. (p. 244)"
Esta forma de abordar el tema lo simplifica sin deformarlo y así despierta el interés del lector no especializado (y algo dirá también al conocedor).
El libro de Falcón abarca también desde los inicios de la ópera hasta la más estricta contemporaneidad. Ahora bien, si el libro de Menéndez Torrellas trata con olímpica imparcialidad todas las óperas, Falcón no puede disimular su contagiosa pasión por algunas. Lo destacado es que no sólo son Carmen o las de Verdi y Wagner sino también otras «difíciles» como Pelleas et Melisande (1902) de Debussy o Erwartung (1909, estrenada en 1924) de Schönberg, de las cuales traza una semblanza pertinente e interesante.
Destaca también el cuidado de la autora en explicar todo lo relacionado con la voz, desde las tesituras, los diversos métodos didácticos del canto y, sobre todo, la exposición de importantes roles operísticos desde la perspectiva del intérprete. Y no es de extrañar, porque la autora, además de ser una investigadora académica, es una cantante española de ópera de proyección internacional.
Ambos libros, aunque muy diversos, se complementan. La obra de Falcón privilegia la historia de la ópera en tanto unidad, mientras que la de Menéndez Torrrellas realza la inmensa variedad de la ópera a lo largo de su historia, su condición de corriente política y social no menos que cultural
y artística. Si el primer libro es una vibrante introducción, multifacética y personalísima, el segundo presenta un marco general —agudo, equilibrado y preciso— de la historia de la ópera.
Actualmente es común la fama de cantantes y directores de orquesta cuya lengua es el castellano, ya españoles o hispanoamericanos. Dentro de no mucho tiempo habrá también musicólogos, historiadores, críticos, teóricos.
Las bases han comenzado a edificarse, y no por nuevas son menos
firmes: ya tienen una voz propia.
Alfonso COLORADO*
Doctor en Historia.
Correo electrónico: alfonso.colorado@gmail.com.
Fecha de recepción
Correo electrónico: alfonso.colorado@gmail.com.
Fecha de recepción
de la reseña: 26 de junio de 2015.
Fecha de aceptación: 2 de septiembre de 2015.
Fecha de aceptación: 2 de septiembre de 2015.
Universitat Pompeu Fabra, Barcelona
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